Encabezado del artículo sobre Salmos

El Palimpsesto del Alma: Una Exploración Profunda de los Salmos a Través de la Mirada del Erudito Contemporáneo

Para el observador perspicaz y el lector atento, el Salterio no es una mera colección de textos antiguos, confinados al polvoriento anaquel de la historia. Es, antes bien, un **palimpsesto vibrante**, donde las voces de antaño resuenan con una intimidad sorprendente, capaces de horadar la distancia de los siglos y de las culturas. Adentrarse en este universo lírico, tal como nos invita el **erudito Luis Alonso Schökel** a través de sus vastas aportaciones, es emprender un viaje que trasciende la simple erudición para tocar las fibras más profundas de la experiencia humana y divina.

El Salterio: Un Cosmos de Voz y Sentimiento

Alonso Schökel nos revela el Salterio como una **"colección de colecciones"** [1], una constelación de piezas poéticas forjadas para la **"ejecución: se han de recitar o cantar"** [2]. Su esencia radica en ser más que simples narraciones o interpelaciones; son, primariamente, **expresión** [3]. Lo que distingue al Salterio, en su particularidad, es su capacidad de ofrecer un "yo" que no se limita al poeta original. El autor de los salmos, en un acto de profunda humildad y generosidad lírica, **"se sacrifica, se retira de la escena, para que otros, quizá desconocidos y futuros, tomen sus versos y digan en ellos ‘yo’"** [2]. Esta capacidad de apropiación dota a los salmos de una universalidad perenne, permitiendo que generaciones enteras hallen en ellos la **"expresión singular a una pluralidad, quizá a una universalidad"** de sus propias vivencias [4].

Este cuerpo literario se despliega en una **asombrosa variedad de géneros** [5]: desde la narración y la súplica hasta la acción de gracias, la exhortación, la profecía y el himno. Cada uno de estos "géneros" no es una jaula formal, sino un molde que permite que el torrente de los **"sentimientos"** se vierta en palabras [3]. Y es aquí donde reside la verdadera **"auténtica creación de una lengua de la interioridad"** [3]. El salmista, en un acto de valentía emocional, transforma el sentir propio y ajeno en "palabra," distanciándose para observar y analizar la experiencia, para luego moldear el lenguaje y darle "forma comunicable al sentimiento" [3]. Es esta **"corporeidad"** de la expresión psicológica lo que nos permite reconocer en ellos el miedo y la confianza, el amor y el odio, la ira y la mansedumbre, la tristeza y la alegría, en una gramática del alma que elude lo abstracto y se ancla en lo vivido [6, 7].

Un Río de Interpretaciones: Navegando la Tradición Exegética

La comprensión de los Salmos, lejos de ser un camino monolítico, es un río caudaloso alimentado por innumerables afluentes de interpretación a lo largo de los siglos. Alonso Schökel nos invita a **"recorreré en visión panorámica las principales etapas de la interpretación"** [8], revelando una historia fascinante de encuentros, rupturas y renacimientos hermenéuticos.

La **época patristica**, el florecimiento de los Padres de la Iglesia, se erige como un periodo de "riqueza y variedad" [9]. Lejos del "alegorismo" simplista que a veces se les imputa [9], estos maestros cultivaron métodos sofisticados. La **interpretación tipológica** [4], por ejemplo, veía en David o en los sucesos de Israel una prefiguración de Cristo o de la Iglesia. La **alegoría** [10], por su parte, se movía en el campo de los símbolos literarios, donde "Sión del salmo 87 es símbolo de la Iglesia" [10]. La **interpretación prosopológica** [11], estudiada con "singular acierto" por M. Rondeau [11], se preguntaba por "quién habla, en nombre de quién (ek prosopou, ex persona, ex voce)" [12]. Figuras como **Orígenes**, cuyo "influjo fue sin par" [13], **Atanasio**, con su concepto de "ek prosopou anthropotetos" (en nombre de la humanidad) [14], o **Agustín**, cuya obra sobre los salmos es "quizá el más grande comentario escrito" [15], nos muestran la profunda compenetración entre filología, teología y piedad en aquellos siglos [9].

La **Edad Media** vio surgir la lectio monastica, orientada a lo espiritual, y la lectio scholastica, con su "instrumental de la nueva ciencia" [16]. Sin embargo, esta última, con su afán de transformar **"imágenes en conceptos"** y organizar lógicamente, arriesgaba a veces la riqueza poética del texto [17, 18]. En paralelo, una **"auténtica revolución"** se gestaba entre los **maestros judíos** [19]. Nombres como **Rasi, Abrahán Ibn Ezra y David Qimchi** lideraron un movimiento que, aprovechando la ciencia griega, sentó las bases de una exégesis **"literal, filológica"** (peshat) [20]. Esta corriente no tardaría en influir en la interpretación cristiana a través de figuras como **Nicolás de Lira**, quien, siendo un cristiano fiel, supo **"mediar tranquilamente"** y abrir paso a un nuevo modo de leer el Antiguo Testamento, donde el **"sentido literal"** ganó primacía [21].

Ya en la **era de la crítica**, que irrumpe a finales del siglo XVIII [8], y particularmente con **Hermann Gunkel** [22], la investigación de los Salmos experimenta un giro decisivo. Gunkel aspiraba a penetrar en la "experiencia religiosa original del autor" a través de la "catalogación y descripción de los géneros literarios" y el concepto de "contexto vital o situación (Sitz im Leben)" [22]. Aunque su sistema ha sido una **"coordenada para la investigación"** [23], Schökel no deja de señalar sus limitaciones: la "construcción (no re-construcción) histórica" de Gunkel era su punto más débil [24], y su método "abolió la circunstancia histórica irrepetible" [25]. Curiosamente, la investigación posterior a Gunkel a menudo ha relegado la "historia de la interpretación," un "extraño" silencio que Alonso Schökel lamenta, pues **"hemos expulsado sin verdadera crítica toda la historia entre los salmos y nosotros"** [26, 27].

Los Géneros y el Lenguaje Poético: La Forma al Servicio del Espíritu

El estudio de los géneros se ha vuelto **"dominante"** en la investigación moderna, con Gunkel como un "rompeolas" que marca un antes y un después [28]. Sin embargo, la clasificación es **"fluida"** [29], a menudo mezclando criterios formales y temáticos [30], lo que puede llevar a un **"reduccionismo"** que fuerza semejanzas y sacrifica las anomalías [31]. Schökel nos insta a no detenernos en la mera catalogación, sino a que el "género es terreno común que permite comparar y diferenciar" para luego abordar el **"análisis de lo individual"** [31].

Aquí es donde el **lenguaje poético** cobra su plena dimensión. Los Salmos no solo registran creencias, sino que dan voz a un **"mundo de los sentimientos"** "mucho más complejo y bastante descuidado" [3]. La súplica emplea la "lenguaje retórico de la persuasión," la alabanza se vale del lenguaje descriptivo [7]. Pero más allá de las técnicas, está la profunda capacidad de **"transformar en palabra el sentir propio y ajeno"** [3]. Esta es la esencia de su trascendencia y su valor práctico: la poesía del salmo, al ser **"verdadera como expresión válida de la experiencia humana,"** generaliza lo individual y lo eleva a "categoría ejemplar" [32].

La Tarea Pendiente: Un Diálogo Vivo con el Texto

La **perspectiva contemporánea** sobre los Salmos, enriquecida por siglos de estudio, no debe quedarse en la fría exégesis. La **"tarea pendiente"** que Alonso Schökel nos presenta no es solo la descripción de creencias, sentimientos y lenguaje de los autores [33], sino, fundamentalmente, la de la **"apropiación y ejecución"** por parte de los receptores y usuarios [33]. Un salmo, una vez asimilado, puede convertirse en **"matriz generadora de textos semejantes"** [34], un testimonio vivo de la continuidad del diálogo humano con lo divino.

Para un público de adultos mayores, que a menudo buscan en la palabra un reflejo de su propia vida interior y una guía para su camino espiritual, la obra de Schökel se convierte en un faro. Nos enseña que el estudio riguroso, lejos de marchitar el misterio, lo profundiza y lo hace más accesible. Nos invita a leer los Salmos no solo como arqueólogos de la fe, sino como peregrinos que encuentran en cada verso una **"oración nuestra"** [32], una resonancia personal que ilumina la propia experiencia. Así, la academia se une a la piedad, y el pasado, meticulosamente desentrañado, se vuelve presente, un testimonio perenne de que, en las palabras de los Salmos, el hombre toca a Dios, y Dios toca al hombre [32].

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